Martes 22a Semana del Tiempo Ordinario
30 agosto, 2022
Jueves 22a Semana del Tiempo Ordinario
1 septiembre, 2022

Miércoles 22a Semana del Tiempo Ordinario

Primera Lectura

I Corintios 3, 1-9

1 Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente; 3 pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano? 4 Cuando dice uno «Yo soy de Pablo», y otro «Yo soy de Apolo», ¿no procedéis al modo humano? 5 ¿Qué es, pues Apolo? ¿Qué es Pablo?… ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según lo que el Señor le dio. 6 Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento. 7 De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer. 8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo, 9 ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.

 

Salmo Responsorial

Salmo 33, 12-13; 14-15;  20-21

12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se escogió por heredad! 13 Yahveh mira de lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de Adán.

14 Desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra, 15 él, que forma el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones.

20 Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo; 21 en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos.

 

Evangelio

Lucas 4, 38-44

38 Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. 39 Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. 40 A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. 41 Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. 42 Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde él, trataban de retenerle para que no les dejara. 43 Pero él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.» 44 E iba predicando por las sinagogas de Judea.