“Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.” Salmo 85 (84)
Puedo dar testimonio de que he palpado la veracidad de este eco. Estuve en un patio de una cárcel de mujeres y pude ver en muchos rostros la paz que proporciona la amistad con Dios. Oramos juntas, alabamos al Señor, pude mirarlas, abrazarlas, recibir sus besos, sus miradas amistosas, escuchar a algunas y verlas con los ojos del Señor. Escuché a las inocentes que no hablaron ni con rencor ni con deseos de venganza. Puedo decir que allí muchas viven la paz que nos proporciona la amistad con Dios. Escuché a la que quiere un cambio de vida. En fin, allí hay amigas de Dios y Él es alabado y amado por aquellas que oran y cantan sin cansarse. Invocan al Espíritu Santo y aprenden a ver la vida de forma diferente. No faltan las equivocadas que aún viven en las tinieblas de las desviaciones.
Madre, son tus hijas, intercede por ellas. (A.E.C.)