“Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.” Oseas 14, 2-10
El pecado, aún el leve nos enferma interiormente. Debería horrorizarnos ya que ofende a “Aquél de Quien todo bien procede.” Nobleza obliga; si Él ha sido tan Bueno con nosotros, ¿cómo no responderle con amorosa fidelidad? En esta mañana me he gozado con los paisajes radiantes por el azul del firmamento y el verde de los árboles, el agua cristalina que corre bulliciosa y el canto de los pajaritos inquietos que se recrean con la dulzura de las frutas. Bendigo al Señor por nuestro trópico, por las montañas, los valles, las colinas y sobre todo por los corazones llenos de bondad, generosidad y amor de mucha parte de nuestra gente sencilla que nos recuerda la Ternura de Nuestro Dios.
Madre, Tú me entiendes. Agradece por nosotros y recompensa a esos amiguitos entrañables por su amor y generosidad (A.E.C.)