“… ¡y no quieren venir a mí para que tengan vida!” Juan 5, 31-47
Se que del fondo del Corazón de Nuestro Señor sigue saliendo esta queja adolorida. Los judíos rechazaron a Jesús aunque había visto sus obras de Poder. Muchos, muchísimos de los bautizados jamás han venido de verdad a Él. Por el contrario, le desprecian, se apartan de Él, le traicionan o persiguen a los suyos. De su alma Santísima sigue saliendo la queja adolorida que dirigió a Saulo en el camino de Damasco: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” También nos pregunta a nosotros: y tú, que dices creer en mí, ¿por qué vives tan lejos de mis Mandamientos, de mis Sacramentos, de mi Palabra, de mi imitación y seguimiento verdadero? Me parece escuchar su reclamo triste desde la Hostia que lo contiene: ¡Si al menos hoy creyeras y volvieras a mí, te daría la vida de tu alma, la paz, la felicidad que jamás encontrarás lejos de mí!
Madre de mi alma: intercede por nosotros y muy especialmente por quienes rigen o regirán los destinos de nuestra nación. (A.E.C.)