“¿Quien soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?” Lucas 1,39-56
La Santísima Virgen, Hija predilecta del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo y Madre nuestra, aún continúa con su bondadosa costumbre de visitar a aquellos que la necesitamos. Está muy, muy cerca del Trono de la Augusta Trinidad pero no se olvida de nosotros sus hijos. Visitó al Apóstol Santiago en Zaragoza, España y muchos afirman que la han tenido con ellos. Cito solamente los lugares a donde tuve el privilegio de ir. No me detengo en lo que viví en Belén, Nazaret y el Calvario, pero pasé por allí felizmente; en esos lugares está la huella de su presencia Maternal. Estuve en la Rue du Bac de Paris cerca de la silla en donde Ella dialogó con Catalina Labouré, pasé por Fátima y Lourdes, El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, fui ocho veces al Jordán en Pereira y vivo en su Casa del Ave María. Está con nosotros, es Mamá, ¿qué puedo temer? Se fué y se quedó. Su Maternidad Divina no le permite abandonarnos.
Madrecita, quédate con nosotros, no podemos vivir sin Tí; nos perderíamos irremisiblemente. (A.E.C.)