“Nosotros esperamos en el Señor. Él es nuestro auxilio y escudo; con Él se alegra nuestro corazón, en su santo Nombre confiamos.” Salmo 33 (32)
Puedo dar testimonio de que el Señor no nos defrauda. Él siempre acude en nuestra ayuda y nos da muchísimo más de lo que esperábamos. En una etapa de mi vida, humanamente hablando, un acontecimiento tendría un desenlace muy negativo. Pero el cielo llegó en mi auxilio y no solamente se hizo presente y me libró sino que se manifestó con un Amor, una Ternura y una Generosidad completamente sorprendentes. Por eso, puedo decir con inmensa gratitud: Él Señor no me ha abandonado, confío plenamente en Él, me ha defendido en momentos en los que el horizonte se presentaba oscuro y las luces de la aurora no aparecían. Por eso, porque mi Dios es Quien Es y porque tengo una Madre inmensamente Amantísima y Bondadosa, mi corazón se alegra y en Ellos pongo toda mi confianza.
¡Amén, amén, amén! ¡Benditos sean! (A.E.C.)