“… no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que convenga decir.” Lucas 12, 8-12
No todos nos encontraremos un día ante un tribunal en el sentido estricto de la palabra. Pero sí ante personas que nos pidan dar razón de nuestra fe. Por eso y porque la Tercera Persona de la Santa Trinidad nos lleva a la verdad completa (Cf. Juan 14, 25), tengo que invocarlo continuamente con fe y devoción ardiente. Nos urge ser personas de vida interior profunda. No podemos vivir en el exterior en medio de ruidos y distracciones alocados. Debo y debemos acostumbrarnos a ratos fuertes de quietud, silencio y oración. Es como entrar en nuestra habitación interior, recoger las fuerzas y pensamientos dispersos y centrarlos en el Mismo Dios que nos habita y ama infinitamente. Lo anterior, le da sentido a nuestra vida; lo contrario, nos pierde en la superficialidad.
Ven Espíritu Santo, ven y llénanos y transfórmanos y dale sentido a nuestra vida. (A.E.C.)