“… viviendo sinceramente en el amor, creceremos en todos los sentidos, unidos a aquel que es la cabeza: Cristo.” Efesios 4, 7; 11-16
El Apóstol Pablo nos ofrece hoy un derrotero seguro para nuestra vida: si con sinceridad vivimos en el amor a Cristo y a los hermanos, creceremos integralmente. Sí, tenemos que suprimir de nuestra vida, con el auxilio divino todo lo que es antipatías, odios, rencores y vivir bajo el impulso del Espíritu Divino, el Mandamiento supremo del Amor. Él llevó a la Inmolación total a Nuestro Salvador. Si nos llamamos cristianos debemos vivir en el amor. Lo contrario, es pagano, desdice de nuestra fe, de nuestro Bautismo y nombre de cristianos, nos disminuye y deshumaniza. En la Epístola a los Corintios leemos: la caridad es paciente, servicial, no es envidiosa, no es jactanciosa, no busca su interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal… Todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Espíritu Divino, ven y haznos vivir en el Amor como vivió en él tu Esposa, la siempre Virgen María. (A.E.C.)