“Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas… pero todas, sin excepción, comenzaron a disculparse.” Lucas 14, 15-24
Nuestro Dios, nuestro Buen Dios como reza la expresión francesa, nos tiene preparado el banquete de la gloria eterna. Para eso fuimos redimidos por Nuestro Señor Jesucristo Quien se inmoló por nosotros. Pero la gran mayoría “se disculpan” por intereses terrenos y los prefieren a la felicidad eterna. Dejan lo marcado con el signo infinito por quedarse con lo que nada vale y lleva a la infelicidad que no tiene fin. Quiero vivir sin perder nada de lo que Nuestro Señor me ofrece con ilimitada generosidad y esto con su gracia; pero no puedo olvidar a las incontables mayorías que desprecian el banquete inapreciable de lo divino y se quedan con las minucias terrenas perecederas, mortales e ilusorias.
Madre, intercede por nosotros para que prefiramos el banquete celestial aquí y alcancemos así el de la eternidad. (A.E.C.)