Palabra meditada

ECO

“Señor, que vea otra vez.” Lucas 18, 35 – 43

MEDITACIÓN

El Evangelio de hoy me entrega un Jesús cercano: Pasa, escucha los gritos del ciego, se detiene y manda que se lo traigan, le pregunta qué quiere, le devuelve la vista y le expresa que su fe lo ha salvado.

En esta mañana me acerco a este Jesús real. No está pasando, está aquí siempre, permanece en la Divina Eucaristía, no me lo tienen que afirmar. El don de la fe me lo asegura; sin embargo, quiero verle a Él con una mirada más penetrante, más aguda, más continua. Aquí estoy frente a mi Salvador, no va de paso, tiene el tiempo y la eternidad para mí, para todos. Quiero clamarle: Señor, que mis hermanos, aquellos que alguna vez te vieron, vuelvan a verte, que si nunca tuvieron esa dicha, hoy la tengan, que yo misma te vea otra vez, que te descubra en mí, a mi lado, en el Altar, en el Sagrario, en cada hermano o hermana, en lo que me sucede. Y claro está, quiero insistirle a mi Señor: quiero verte una y otra vez y siempre en tu Palabra. No quiero dejar de verte, de escucharte, de obedecerte.

ORACIÓN

Señor, que te vea siempre, que los ciegos, aquellos que proclaman su ateísmo, la negación llena de ira de Tí Mismo, lleguen a la luz de la Verdad, a tu conocimiento y a tu amor. (A.E.C.)