“… pero ella que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenia para vivir.” Lucas 21, 1-4
Más que detenerme en la generosidad de esta viudita, me consuela y enamora la actitud de Jesús. Se queda mirando a esta mujer: Como es Hombre y también Dios, todo lo sabe; conoce muy bien la vida de la protagonista de esta escena. Sabe de sus penurias y dificultades para sobrevivir y también de su fe y respeto a Dios, a su ley y a su culto. Su corazón infinitamente tierno se conmueve y ensalza la generosidad de esta mujer. ¿Cómo será el cielo que ahora tiene?
Aplicando este pasaje evangélico a mi vida, concluyo que no puedo quedarme con nada: lo que soy y lo que tengo en todo sentido, es de mi Dios. Imposible negarle nada, nada es nada.
Dios mío, yo no puedo, tu si puedes, Me abandono en Ti. ¡Madrecita, ayúdame! (A.E.C.)