“Porque Tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, desde mi juventud.” Salmo 71 (70)
No quiero ni pensar en alguien que no haya tenido ni tenga a Dios en su vida.
Doy testimonio de que Él llena la existencia de sentido, de paz, de consuelo, de gozo aún en la dificultad, también de sana ilusión, de amor y fortaleza; ir a Él, estar en Él nos hace fuertes en la dificultad y en el dolor. Nunca he visto a alguien que esté en Dios derrotado y sin fuerzas para continuar; por el contrario, al acercarme a una tía religiosa que estaba muy mal, y aún con dificultad para respirar y sin poder hablar, le pregunté: ¿sufres mucho? Y con una sonrisa logró escribirme en un trozo de papel que conservo con veneración: “Sí, pero con amor.” Poco después murió; así terminan su carrera de fidelidad y de entrega quienes supieron vivir cara al único Amor verdadero.
ORACIÓN
Madre, ayúdanos a vivir creyendo, esperando, confiando y amando a Nuestro Dios. (A.E.C.)