“Alégrate, llena de gracia, el Señor está Contigo.” Lucas 1, 26-38
Ese es precisamente uno de los mayores y más asombrosos encantos de mi Madre Dulcísima. Como nunca tuvo mancha de pecado, Dios Uno y Trino la poseyó y Ella lo poseyó. Esa fusión increíble del Santo de los santos con Ella, su creatura Inmaculada, destinada a ser su Madre, me admira, me conmueve y me anima a imitarla con la gracia divina.
Por eso, quiero huír de todo lo que ofende al Señor y no quitar mi mirada interior de la llena de gracia y sagrario limpísimo de la Santidad Infinita.
¡Ruego por nosotros Madrecita querida! (A.E.C.)