“Y se quedó María con Isabel cosa de tres meses.” Lucas 1, 46-56
Me detengo a pensar en lo que fueron aquellos tres meses para Isabel, Zacarías y para quienes trabajaban en su casa. Todos la vieron en actitud de servicio amable; en ella aparecía un mundo de bondad de belleza, de gracia y de humildad que no alcanzaban a expresar. Y era que el Verbo Eterno del Padre, su Hijo amadísimo, se formaba en su ser virginal para luego dar la vida por nosotros. Esta muchachita nazarena estaba inmersa en paz, oración, armonía y santidad; pisaba la tierra pero encerraba el cielo. Tengo que aprender a vivir como Ella en, por, con, y para que Ella disponga de todo.
Madre de la Visitación permanece en esta tu casa y ora para que todas te imitemos. (A.E.C.)