“Entonces el otro discípulo… vió y creyó por el testimonio de los ojos.” Juan 20, 2-8
Hoy nos trae la sagrada liturgia la figura de San Juan evangelista. Él mismo se nos presenta como el discípulo a quien Jesús amaba. Y fue el más fiel durante su Pasión; su alma limpia le permitió ver en Jesús al Verbo eterno de Dios, al Mesías prometido y en los lienzos doblados, la verdad de su Resurrección. Puedo decir que su Evangelio ha sido para mí definitivo. En su capítulo primero adoro al Verbo eterno del Padre y me abismo en su existencia eterna como Hijo del Altísimo, Dios como Él y cocreador. Y en la última cena, a partir del capítulo 14, descubro el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo desbordante del más grande Amor inmolado. El Apóstol me cuenta lo que aprendió de su Maestro en aquella noche de confidencias y entrega absoluta de Nuestro Salvador.
San Juan, intercede por nosotros. (A.E.C.)