“José se levantó, cogió al Niño y a su Madre, de noche, se fue a Egipto…” Mateo 2, 13-18
Cuando el ángel avisa a José que el Niño corre peligro, él en plena noche, lo coge junto con la Mamá y huye con ellos.
Yo no necesito recibir el anuncio del ángel para saber que cada día crece más y más el odio contra Nuestro Señor Jesucristo. Me duele afirmar ésto, pero es una cruel realidad. Muchísimos quisieran arrancar su Nombre de la faz de la tierra.
En esta noche terrible de la historia humana, debo tomar al Niño y a su Mamá y resguardarlos con amor reparador en mi propio corazón.
Espíritu Santo, haznos tomar conciencia de que somos una comunidad reparadora, danos generosidad pero sobre todo mucho amor para consolar a Nuestro Dios Uno y Trino e interceder por quienes o no lo conocen o abiertamente quieren apartarlos de sus vidas. (A.E.C.)