“… se supo que estaba en casa.” Marcos 2, 1-12
Hoy tengo que sincerarme a mí misma: ¿Sé realmente que Jesús está en casa? ¿Actúo como quien recibe una visita importantísima o tiene bajo su techo al ser más amado? Y sin embargo, bajo mi propio techo, en mi misma casa, está Jesús. Por su Presencia eucarística habitamos juntos; está en mis hermanas y su Persona Divina mora en lo más secreto de mi misma.
Jesús está en casa, ¿qué espero? ¿Frente a la Hostia consagrada convertida en Él, qué no alcanzaré para mí y para mis hermanos y hermanas? Jesús también está en ellos y ellas. Por eso vivo con Jesús. “A mí lo hiciste”. Y vive con el Padre y el Espíritu Santo dentro de mí. Esta triple presencia de Jesús debe llenarme de gozo y de confianza: Jesús está en casa. ¿Qué no hará si creo, espero y lo amo? Sí, Jesús está en casa y quiere sanar nuestras parálisis propias y las de los nuestros.
¡Amén! (A.E.C.)