“Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo porque se decía que estaba fuera de sí”. Marcos 3, 20-21
No se qué parentesco tendrían con Nuestro Señor los familiares que vinieron por Él. Pensaron que las obras de poder que realizaba tenían como causa trastornos psíquicos. Él sí estaba y está afectado por una divina locura pero se trata de una que supera toda comprensión humana. Es Dios como el Padre y el Espíritu Santo y tomó nuestra naturaleza frágil sin dejar la suya. Es el Dueño del Universo y no tuvo donde reclinar su cabeza. Es el Dueño de la vida y muere en una cruz; es la Verdad Misma y es calumniado y condenado por haberse declarado Hijo de Dios. En fin, es incomprendido mortalmente y se compadece de todos nosotros y no nos trata como merecen nuestros pecados sino que nos salva con infinita Misericordia y nos regala la felicidad eterna.
¡Gracias, muchísimas gracias mi Jesús incomprendido! Madre, ámalo por mí. (A.E.C.)