“He aquí que vengo para hacer tu Voluntad”. Hebreos 10, 1-10
Esta palabra inspirada por el Mismo Espíritu de Dios, compendia el por qué y el para qué de la Encarnación del Verbo Eterno del Padre, su Vida Santísima, su Muerte y su Resurrección. Ella también es el preludio de la actitud inconmovible de su Madre y nuestra Madre. Ambos hicieron la Voluntad del Padre. Nuestro Señor Jesucristo tomó nuestra naturaleza humana sin dejar la divina y se inmoló por nuestra salvación. Y Ella, su Madre amantísima, sufrió en su alma los tormentos del Hijo de sus entrañas virginales. Ambos realizaron el Proyecto Divino de la salvación de nosotros los pecadores.
Esta misma entrega amorosa e incondicional del Hijo y de la Madre, estamos llamados a realizarla, con su gracia, desde nuestra impotencia, debilidad y limitación.
Madre, ayúdanos a vivir esa entrega incondicional al Querer divino. (A.E.C.)