“Y todos cuantos lo tocaban quedaban sanos” Marcos 6, 53-56
¡Todos!… todos quedaban curados. La afirmación es rotunda, si cuando estamos enfermos del alma y del cuerpo, nos dejamos tocar, me dejo tocar por Jesús con fe sencilla pero firme, quedo sana. Tengo que creer sin vacilación alguna que en cada Sagrada Comunión o sea en cada común-unión con mi Salvador, Él me sana integralmente. Cuando estamos enfermos nos alegramos si una persona que ha recibido el don de sanación ora por nosotros con imposición de manos, ¿cómo no creer que cuando tenemos la dicha inefable de recibir a Nuestro Salvador con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, puedo lograr la más maravillosa sanación espiritual y física? Si me ama y es Omnipotente, ¿qué no hará cuando se hace Uno conmigo?
Madre querida, al prepararme para recibir a tu Amadísimo Hijo y al darle gracias por ser Uno conmigo, ven en mi ayuda, te lo suplico. (A.E.C.)