“Un vaso de agua dado en mi Nombre, no quedará sin recompensa”. Marcos 9, 38-40
Yo llamaría la Lectio de hoy, la Lectio de la gratitud y de la intercesión. Gratitud hacia todos aquellos que han hecho posible la supervivencia de esta obra de la Santísima Virgen. Son incontables los beneficios que hemos recibido. Tenemos ya más de dos décadas de años de existencia y hemos subsistido sin fuente de ingresos. Todo ha sido providencia divina a través de amigos de Dios y nuestros. No hemos recibido vasos de agua fresca sino manantiales de cariño y de obras de generosidad. Por eso, para todos aquellos que nos han permitido vivir para Dios y para sanar corazones en su Nombre y acercarlos a Él, mil y mil bendiciones. Les deseo felicidad presente y eterna. El Señor no miente y no podemos imaginar lo que nos tiene reservado para quienes le amamos y servimos en sus hijos.
Amado Dios y Padre de todos, dales a quienes te han representado en generosidad, torrentes de bendiciones de todo orden. Abrázalos como sabes hacerlo.
Madre, vela por ellos. (A.E.C.)