“… Tu eres mi refugio.” Salmo 31, 1-2; 5-7
En tiempo de guerra o de persecución las personas buscan un lugar para estar a salvo de los enemigos. Todos tenemos enemigos del alma: mundo, demonio y carne. No me detengo en ellos sino que me centro en el Señor. En momentos de dificultad ¿A quién más puedo acudir? Él es mi amparo y protección, mi roca firme, mi baluarte. Pero ante todo mi Padre, mi Hermano y Salvador, el amor de mi vida, Aquél en Quién me amparo, en Quién creo, en Quién espero, a Quien adoro. Si estoy con Él, nada puedo temer. Si estoy fatigada me manda ir a Él. (Cfr. Mateo 11, 28-30); Si quiero seguirle me invita a tomar mi Cruz e ir en pos suyo. (Cfr. Mateo 16,24) En su Mismo corazón me guarda, me alimenta con su Cuerpo y con su Sangre, me instruye con su Palabra, me guía con su Luz, sacia mi sed con su Agua viva para que nunca más la experimente.
¡Amén! (A.E.C.)