“Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra tí, deja tu ofrenda allí delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve a presentar tu ofrenda.” Mateo 5, 20-26
Nuestro Señor Jesucristo nos recomienda la caridad y perfecta reconciliación. Es preciso que las procuremos auncuando no siempre hallamos tenido la culpa del enojo. Humanamente hablando, ésto no es fácil, pero Él no nos niega su gracia. Es preciso buscar la paz por encima del orgullo y las susceptibilidades. Esas son las benditas exigencias de nuestro cristianismo; ellas nos liberan y regalan la paz interior. Y… ¿qué puedo decir de la carta a los corintios de San Pablo? En el capítulo 13, leo: “la caridad todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”… Yo agrego: el amor nos libera.
Dios mío, yo no puedo, Tu sí puedes; me abandono en Ti.
Madre, ayúdanos. (A.E.C.)