ECO
“Tendrán respeto a mi Hijo”. Mateo 21, 33 – 43
En la plenitud de los tiempos el Padre nos envió a su Hijo, a su muy amado. Los profetas lo habían anunciado. Pero cuando se dió la Encarnación, cuando “vino a los suyos, los suyos no lo recibieron”.
Han pasado más de 2.000 años y la gran mayoría de los que lo conocen, siguen de espaldas a Él. Me duele decirlo, pero como que les estorba y se esfuerzan por quitarlo de en medio.
Quiero renovar hoy mi entrega a Él, amarlo y respetarlo como a mi Dios, a mi Señor y Esposo Amado. Más aún: por gracia, sólo deseo complacerle, reverenciarle y servirle. Le entrego de nuevo mi existencia y le doy un sí incondicional. Por mi misma no podré responder, pero todo lo puedo en Él que me conforta.
Madre, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Ayúdanos a recibirlo en la Divina Eucaristía con tu misma reverencia y amor. (A.E.C.)