“Caifás, que era el Pontífice aquel año, les dijo:… conviene que muera un solo hombre por el pueblo.” Juan 11, 45-57
Leo en Isaías 53: “ Y con todo, eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores lo que soportaba… Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas… y Yahvé descargó sobre Él las culpas de todos nosotros… por las rebeldías de su pueblo ha sido herido… y las culpas de ellos Él soportará…” Realmente nuestro Señor Jesucristo es el Santo de los Santos. Jamás, por ser Dios, podría rozarlo la mas mínima culpa. Pero la Trinidad Santísima quiso que padeciera y muriera en medio de los más atroces tormentos para que nosotros fuéramos perdonados y pudiéramos ir al Cielo. Él soportó el castigo, que merecíamos todos nosotros (Cfr. Isaías 53,12). Nuestra gratitud debe ser inmensa y no podemos ser indiferentes ante lo que le debemos; ¡nos mereció ser hijos adoptivos de su Mismo Padre y llegar a la felicidad eterna!
Tomaré el cáliz de la salvación e invocaré el Nombre del Señor. (A.E.C.)