“Por último, les mandó a su hijo diciéndose: tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores al ver al hijo se dijeron: Este es el heredero: vengan, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y agarrándolo, lo sacaron de la viña y lo mataron.” Mateo 21, 33-43; 45-46
¡Y lo mataron!… Eso hicimos con Nuestro Señor Jesucristo el Hijo Único del Padre. Eso quisieran hacer hoy muchos para quienes Nuestro Salvador es objeto de odio y sus representantes y seguidores también. ¿Qué son sino las persecuciones del pasado y del presente en el mundo de hoy? Con razón leí en una supuesta carta de Jesús repartida en un retiro: ¿Por qué me odias y persigues si no crees en mí?
Y yo que creo en Él y se que me ama, dió la Vida por todos y me colma de bienes de todo orden y a cada paso, le amo como debería? Debo tomar más y mas conciencia de qué estoy haciendo con el conocimiento, amor y gratitud que digo tener a mi Salvador.
Madre, intercede por nosotros tus hijos ingratos. (A.E.C.)