“También ustedes ahora están tristes, pero volveré a ustedes, y se alegrará su corazón, y nadie les quitará su alegría.” Juan 16, 20-26ª
Realmente lo que para muchos es motivo de alegría: belleza, juventud, riqueza, admiración, amor humano, éxitos profesionales, fama, puede desaparecer de un momento a otro. Todo lo que viene del mundo, el demonio y la carne, son redes fatales, mortales que nos quitan la felicidad eterna. Dicho de otra manera, el tener, el placer y el poder, son humo efímero que nos puede sumergir en la infelicidad que no terminará. En cambio, el vivir en cada momento cara a Dios y haciendo su Voluntad, es fuente de paz verdadera, de garantía de felicidad eterna. Desde ahora el estar con Jesús, el verlo por el don de la fe, el agradar al Padre y no contristar a Nuestro Dios que tanto nos ama es la única fuente de la verdadera alegría.
Gracias Jesús Resucitado por hacernos tan felices ahora y por siempre si vivimos santamente. Madre, ruega por nosotros. (A.E.C.)