“Les he dado a conocer y les daré a conocer tu Nombre para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos.” Juan 17, 20-26
Sé que en estos versículos del capítulo 17 del Evangelio de San Juan está expresada la donación asombrosa del Amor infinito de nuestro Dios a nosotros. Que el Padre ame al Hijo y que este mutuo Amor sea la Persona del Espíritu Santo es un Misterio adorable que creo sin atreverme siquiera a razonar. Pero que nosotros entremos en esa corriente de Amor Infinito, que seamos sus depositarios no obstante nuestra absoluta indignidad, pecado y miseria me deja atónita, me doblega y me hace refugiar en el alma de mi Madre Inmaculada para abismarme desde mi pequeñez y allí, en Ella entonar su Magníficat de humilde y eterna gratitud. Quiero anonadarme agradecida para recibir ese Amor Infinito y a cada una de las Divinas Personas.
Madrecita, por favor, enséñame a sumergirme en tus sentimientos. (A.E.C.)