“… yo en ellos, y Tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que Tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.” Juan 17, 20-26
Sé de intentos de personas “buenas” que quieren vivir el ideal maravilloso de ser una comunidad cristiana o mejor, de vivir esa experiencia máxima de nuestra fe cristiana-católica. Sin embargo, no lo logran. La clave es una: sus integrantes no se han unido realmente a Nuestro Señor Jesucristo en el Amor Personal íntimo, verdadero y divinamente fortísimo del Espíritu Santo. Es Él el lazo de unión del Padre y del Hijo, de Ellos en nosotros y de nosotros en ellos y entre nosotros. No se trata de un juego de palabras. Recuerdo que Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo nos comentó en una ocasión: “Las comunidades se reúnen, reflexionan, sacan documentos para vivir el ideal comunitario y no lo logran porque el Único que construye la comunidad es el Espíritu Santo.”
Ven Divino Espíritu y crea y acrecienta entre nosotros la experiencia maravillosa de ser comunidad verdadera. Madre, intercede por nosotros. (A.E.C.)