“El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el Reino de los Cielos.” Mateo 5, 17-19
El que ama, si tiene una personalidad sana, quiere complacer a la persona amada. Nuestro primer precepto es Amar a Dios sobre todas las cosas. Él es el Único infinitamente Bueno y Perfecto, su Amor hacia nosotros en infinito, luego hemos de responderle con una fidelidad amorosa y constante. Ella nos hace felices aquí y nos permite llegar a la felicidad plena en la vida que no terminará. Por eso, si nos sabemos amados por nuestro Dios también amamos sus preceptos y los de su Iglesia y cumplirlos será nuestra mayor dicha y realización. Así, la fidelidad y el respeto a los preceptos Divinos y eclesiales por gratitud amorosa, se convierten en aliciente y meta de nuestra vida.
Me digo a mi misma: Porque quiero responder a su Ternura infinita, hago esto u omito aquello.
Madrecita, ayúdame a complacer siempre a mi Único Bien, ayúdanos a todos. (A.E.C.)