“Jesús, al desembarcar y ver tanta gente, se compadeció de ellos porque eran como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles muchas cosas.” Mc 6, 30-34
Nuestro Señor es el Mismo ayer, hoy y siempre. Su forma de ser, sus sentimientos y manera de actuar no cambian. Como Hombre, su personalidad es perfectísima, como Dios es Intachable. Hoy Jesús, Nuestro Salvador, sigue compadeciéndose de nosotros. Él sabe que es Nuestro Único Maestro, Nuestro verdadero Pastor. Por eso nos mira y se enternecen sus entrañas. Y nos envía su Santo Espíritu para que nos instruya internamente y nos revele el sentido de las Escrituras Santas. Tengo que aquietar mis sentidos, disponer mi corazón, acallar mi mente y mis labios y estar en actitud de discípula porque Él tiene muchas cosas para enseñarme a pesar de que le sigo de cerca hace tantos, tantos años.
Madre querida, ayúdame a permanecer atenta a cuanto quiera enseñarme. (A.E.C.)