“No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.” Lucas 5, 27-32
Quiero dejarme sanar por Jesús mi Salvador. Le pido que cure mis enfermedades interiores, aquellas que yo misma no percibo pero que van minando mi salud espiritual. Así mismo me acojo a su Bondad y Misericordia Infinitas para que me perdone todo aquello que le ha ofendido. Él es el Santo de los Santos, el Señor y Dueño de cuanto existe. Merece todo mi amor y adoración, todo respeto y reconocimiento por ser Quien Es. No puedo ignorarlo en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía ni dar ocasión a otras personas a que no le rindan la adoración y el respeto que se merece por ser el Unigénito del Padre, Dios verdadero como Él y Vivo y presente en la Santísima Hostia Consagrada. Debo tener más cuidado en este sentido y evitar toda ocasión de irrespeto a la Presencia Real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento.
Perdón Señor, perdón. (A.E.C.)