1 Oración. De David. Tiende tu oído, Yahveh, respóndeme, que soy desventurado y pobre, 2 guarda mi alma, porque yo te amo, salva a tu siervo que confía en ti. Tú eres mi Dios.
3 Tenme piedad, Señor, pues a ti clamo todo el día; 4 recrea el alma de tu siervo, cuando hacia ti, Señor, levanto mi alma.
5 Pues tú eres, Señor, bueno, indulgente, rico en amor para todos los que te invocan; 6 Yahveh, presta oído a mi plegaria, atiende a la voz de mis súplicas.
27 Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» 28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. 29 Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?» 31 Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. 32No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»