1 Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud. 2 Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada. 3 De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. 4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. 5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia. 6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad.
41 ¡Llegue hasta mí tu amor, Yahveh, tu salvación, conforme a tu promesa!
43 No quites de mi boca la palabra de verdad, porque espero en tus juicios.
44 Yo observaré sin descanso tu ley para siempre jamás.
45 Y andaré por camino anchuroso, porque tus ordenanzas voy buscando.
47 Y me deleitaré en tus mandamientos, que amo mucho.
48 Tiendo mis manos hacia tus mandamientos, en tus preceptos medito.
37 Mientras hablaba, un fariseo le rogó que fuera a comer con Él; entrando, pues, se puso a la mesa. 38 Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer. 39 Pero el Señor le dijo: ¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad. 40 ¡Insensatos! el que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior? 41 Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.