1 Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de corazón buscadle. 2 Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifesta a los que no desconfían de él. 3 Pues los pensamientos tortuosos apartan de Dios y el Poder, puesto a prueba, rechaza a los insensatos. 4 En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado; 5 pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad. 6 La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre, pero no deja sin castigo los labios del blasfemo; que Dios es testigo de sus riñones, observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su lengua. 7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra y él, que todo lo mantiene unido, tiene conocimiento de toda palabra.
1 Del maestro de coro. De David. Salmo. Yahveh, tú me escrutas y conoces; 2 sabes cuándo me siento y cuándo me levanto, mi pensamiento calas desde lejos; 3 esté yo en camino o acostado, tú lo adviertes, familiares te son todas mis sendas. 4 Que no está aún en mi lengua la palabra, y ya tú, Yahveh, la conoces entera; 5 me aprietas por detrás y por delante, y tienes puesta sobre mí tu mano. 6 Ciencia es misteriosa para mí, harto alta, no puedo alcanzarla. 7 ¿A dónde iré yo lejos de tu espíritu, a dónde de tu rostro podré huir? 8 Si hasta los cielos subo, allí estás tú, si en el seol me acuesto, allí te encuentras. 9 Si tomo las alas de la aurora, si voy a parar a lo último del mar, 10 también allí tu mano me conduce, tu diestra me aprehende.
1 Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! 2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. 3 Cuidaos de vosotros mismos. «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. 4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: “Me arrepiento”, le perdonarás.» 5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.» 6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: “Arráncate y plántate en el mar”, y os habría obedecido.»