San Antonio María Zaccaria, presbítero
5 julio, 2021
Miércoles 14a Semana del Tiempo Ordinario
7 julio, 2021

Santa María Goretti, virgen y mártir

Génesis 32, 22-32

22 Así, pues, mandó el regalo por delante, y él pasó aquella noche en el campamento. 23 Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y a sus once hijos y cruzó el vado de Yabboq. 24 Les tomó y les hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía. 25 Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba. 26 Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. 27 Este le dijo: «Suéltame, que ha rayado el alba.» Jacob respondió: «No te suelto hasta que no me hayas bendecido.» 28 Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» – «Jacob.» – 29 «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.» 30 Jacob le preguntó: «Dime por favor tu nombre.» – «¿ Para qué preguntas por mi nombre?» Y le bendijo allí mismo. 31 Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): «He visto a Dios cara a cara, y tengo la vida salva.» 32 El sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo.

 

Salmo 17, 1-3; 6-7; 8; 15

1 Oración. De David. Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios engañosos.

2 Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto. 3 Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin hallar nada malo en mí; mi boca no claudica

6 Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras, 7 haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.

8 Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas.

15 Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen.

 

Mateo 9, 32-38

32 Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo endemoniado. 33 Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. Y la gente, admirada, decía: «Jamás se vio cosa igual en Israel.» 34 Pero los fariseos decían: «Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.» 35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando todo enfermedad y toda dolencia. 36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. 37 Entonces dice a sus discípulos: «La mies es mucha y los obreros pocos. 38 Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.»