1 Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el Espíritu que actúa en los rebeldes… 3 entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la Cólera… 4 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, 5 estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo – por gracia habéis sido salvados – 6 y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, 7 a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8 Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; 9 tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. 10 En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos.
2 ¡Servid a Yahveh con alegría, llegaos ante él entre gritos de júbilo!
3 Sabed que Yahveh es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de su pasto.
4 ¡Entrad en sus pórticos con acciones de gracias, con alabanzas en sus atrios, dadle gracias, bendecid su nombre!
5 Porque es bueno Yahveh, para siempre su amor, por todas las edades su lealtad.
13 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» 14 El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?» 15 Y les dijo: «Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.» 16 Les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; 17 y pensaba entre sí, diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?” 18 Y dijo: “Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, 19 y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea”. 20 Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” 21 Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios».