Cuenta San Juan Bosco que un hombre fue a una tienda a comprar un jabón y en el papel que venía envuelto el jabón encontró unos datos acerca de lo mucho que ayuda San José en la hora final a los que le han pedido que les obtenga la gracia de tener una buena y santa muerte.
Desde ese día, aquel hombre se dedicó a pedirle al gran Patriarca la gracia de tener una muerte santa y cuando se sintió enfermo mandó a llamar a San Juan Bosco e hizo con él una confesión fervorosísima de toda su vida. Recibió la Comunión y la unción de lo enfermos con gran fe y devoción, y estando agonizando decía: “Que bueno es San José, vino a consolarme y ayudarme en esta hora final. Bendito sea. Amén.” Y expiró en gran paz.